El día que el Lechal se hizo Cordero

Para los que estábamos ahí hay muchas cosas que recuerdan a 2002, y no sólo me refiero a la disipada vida del entrenador y buena parte de sus jugadores o a la euforia re-encontrada de los sábados por la noche.

Me refiero, básicamente, a la sensación de incógnita previa a cada partido y la alegría indisimulada después de cada victoria. Como si pareciera imposible. El partido contra La Troupe empezó con Fer Cabezas y Dani Alonso en el banquillo, los dos descansando sus lesiones. Los otros dos lesionados, Carlos y Javi, ni siquiera estaban, y a todo eso hay que sumarle que el fichaje de Ramos aún está pendiente de trámite federativo.

Con respecto al año pasado siguen faltando, como no, Nacho y el Barrilete Cósmico.

Después de este auténtico parte de guerra, ¿qué posibilidades había de ganar a La Troupe? Ellos venían con casi todo. Estaba Sergio, al menos, su estrella, según los informes de Simón. Les faltaba un hombre muy alto, también lesionado, pero en total aparecieron unos 10 jugadores, por 7 -y vaya caras, algunos- de los corderos. El comentario del entrenador a Dani Alonso al principio del partido fue: "Vaya sobito nos va a caer".

Sólo que ese comentario ya se oyó contra Freak Brothers, contra AlTuntún, contra Mr. Bean Team... y siempre hay alguien que aparece para asumir la responsabilidad.

En este caso, la primera parte fue un monólogo de Modorro en ataque y de todo el equipo en defensa. La Troupe es un equipo que busca el triple con asiduidad, lo que lleva a parciales extraños: si fallan un par de ellos seguidos, puede haber contraataque, pero si los meten, toda la ventaja que lleves se acaba en pocos minutos. Gran Cordero empezó 4-0, llegó a ir 17-6, La Troupe se acercó a siete, pero al descanso el resultado era contundente: 30-16.

Pero hablar sólo de Modorro sería un error. En ataque anotó Auba, anotó Arturo, anotaron Jorge y Simón... pero sobre todo ellos cinco más Sergi Vargas, que tuvo sus primeros minutos en un partido de la máxima, bordaron la defensa. Jorge y Dani Aub corrían de lado a lado de la zona saliendo a los tiros, Modorro guardaba el medio y entre Simón y Arturo se encargaban de cerrar todos los rebotes y no dar ni una segunda opción. Arturo, en concreto, fue un coloso bajo los aros, aunque eso le costara unas cuantas faltas.

Decíamos que La Troupe era un equipo de rachas, y que los 14 puntos del descanso podían evaporarse en un momento. Así fue. Atacando contra individual, Gran Cordero no encontró opciones claras, y, sobre todo, el cansancio que genera atacar una defensa así se notó en la otra parte del campo. Una innecesaria falta de Ortiz en el último segundo del tercer cuarto ponía la ventaja en 6 puntos (37-31). El objetivo era dejarles en menos de 10 puntos en el último cuarto, pero no fue posible: La Troupe anotaba desde lejos y presionaba cada jugada corderil.

A falta de dos minutos, la ventaja era de un solo punto: 45-44. Modorro estaba sobredefendido, Simón, visiblemente cansado, Arturo, eliminado por faltas y Aubareda, destrozado de tanto ir y venir parando triples y haciendo bloqueos. Así que sólo quedaba el Joven Lechal para asumir responsabilidades. La bola le llegó a cinco metros del aro, con todo el banquillo troupeño gritando y pidiendo intensidad. El momento en el que la remontada estaba a punto de culminarse. ¿Se lo pensó Jorge? Pues no demasiado. Cuando más quemaba, se plantó en el lateral, arqueó la bola y canastón.

47-44 y un par de faltas para perder el tiempo. A falta de 30 segundos, La Troupe sigue atacando, pero roba Gran Cordero. Otras dos faltas. En un saque de banda, Jorge hace campo atrás. Veinte segundos, La Troupe mueve la bola y el 11 se queda solo en la esquina, el balón vuela... y se sale de dentro. Rebote corderil, balón a Jorge y falta. Esta vez tiros libres a falta de cinco segundos.

Otras temporadas, eso acabaría con dos fallos de Jorge, balón para La Troupe y una posibilidad de empatar el partido con un nuevo triple (27 de sus 44 puntos llegaron desde esa distancia). Pero este año, no. Jorge se ha preocupado de entrenar los tiros libres, dedicarle el tiempo suficiente, y eso se nota en los partidos. Primero dentro, segundo dentro... Incluso el último balón lo robó Modorro y se jugó un triple para redondear un posible "basket-average". No entró, pero da igual. Tres de tres, y sólo Maravillas en el horizonte.