Armando gresca

Partido feo donde los haya. Es cierto que antes estos partidos feos los perdíamos todos, pero vamos que del espectáculo que se prometía en la previa nada de nada. Son momentos duros para el corderismo: medio equipo está lesionado y la afición se queda estudiando en casa y preparando las gargantas para play-off. Sólo 7 jugadores se vistieron de azul para jugar y aunque Pacios, Lorenzo y Fer se personaron para apoyar, la verdad es que se hace cansado y difícil. También se ve mucha relajación y pachorra en el equipo, al fin y al cabo con la de hoy son diecisiete victorias seguidas y estos partidos son tan intrascendentes que es complicado estar motivado

Y luego está la sensación de que todos los rivales- excepto los pasotas de Miraobras- se crecen contra nosotros. Éstos de La Negraleda son unos paquetones pero nos lo han puesto chunguísimo en los dos partidos. Su táctica quedó clara desde el principio: defensa individual y a pegar. Lo de la individual se había previsto y medio preparado en el prepartido pero lo de pegar hostias sacó del partido a más de uno. Sobre todo a Dani Alonso y Arturo que ya en el primer cuarto andaban de bronca con medio equipo contrario y nuestra entrañable árbitro. La línea de tiros libres parecía que estaba en el medio campo para nuestros corderos y al final del primer cuarto se llegó con un vulgar 8-8 y un patético 2/10 en tiros libres. Baste decir que Ortiz fue el máximo anotador del período con 3 puntos. No hay que explicar más, ¿no?

Los cambios del segundo cuarto parecieron revitalizar al equipo azul (hoy vestido de blanco, qué pesaditos se pusieron los negraledos estos), pero aunque el equipo rival no anotó en los primeros seis minutos, nuevos fallos en los tiros libres impidieron el despegue lanar. Tan es así que en cuanto metieron un triplillo se pusieron por delante (13-12). Apareció entonces la figura del "capi" Aubareda con cuatro puntos seguidos, lo cual unido al trabajo interior de Rubén colocó a nuestros chicos con una modesta ventaja en el marcador (13-19)

El banquillo de Gran Cordero no era una fiesta. Las cosas no salían y no salían. Otra vez el principio de cuarto fue esperanzador (15-25 con Jorge dirigiendo con maestría), pero llegó el cansancio y los piques y en un minuto se estropeó el trabajo. Venía la cosa de un pique algo absurdo entre Alonso y Ortiz por si es que no cortas y tú no me la pasas y tal, y el equipo contrario que estaba lleno de picarones, pues nos metió canasta y adicional. En el rebote el balón se escapa entre tres corderos y nos vuelven a meter una canasta bajo el aro con adicional. Lo del rebote fue un problemón. Démosle el mérito que se merecen a los negraledos por jugar con tanta intensidad y cargar bien el rebote ofensivo.

En definitiva, empezaba el último cuarto con cinco puntos de ventaja, caras largas y un equipo contrario que, aún abusando de las faltas, estaba demostrando por lo menos una actitud y unas ganas que se agradecen y que nos vendrá bien para los playoffs. Volvió a aparecer entonces Aubareda. Un triple y un tiro libre casi seguidos pusieron al Cordero nueve arriba (30-21). A partir de ahí Alonso tomó el timón de las operaciones, se empezó a cerrar el rebote con Rubén, Arturo sacó un par de faltas importantes y se llegó- como siempre- al final con una ventaja cómoda. Diremos lo de siempre: Gran Cordero es un equipo raro y un poco desesperante. Raro porque siempre parece que gana con lo justo juegue contra quien juegue. Desesperante porque aún jugando mal siempre domina el marcador y cualquiera puede sacar las castañas del fuego. Cinco bajas no fueron suficientes para que se perdiera un partido. Ya sólo queda Gente Grata para conseguir el pleno. Que Inés tiemble.